Siempre tienen que ver con mi “nombre”, que realmente es mi sobrenombre desde que tengo uso de razón. Muchos creen que por “peligrosa”, “exótica”, “por llamar la atención”, “una personalidad oculta”, “chica nocturna”…. en fin…. cada vez que alguien se entera que me llamo “Leo-Pardo” se hacen increíbles historias.
La verdad es muy simple, me llamo Leonor y mi apellido es Pardo, como siempre me han dicho “Leo” y por supuesto con mi apellido surge mi particular “nick”.
De alguna forma si creo que ese nombre felino me caracteriza en algunas cosas: aventurera, me gustan los retos; cuando me propongo algo no descanso hasta conseguirlo; disfruto la compañía de mis amigos y seres queridos aunque me encanta que respeten mis espacios de soledad; algunas veces arisca; y peligrosa en las parrillas (tengo amigos que piensan dos veces antes de invitarme ya que, según ellos, me afilo los colmillos)…. aaahhh! y no faltaba más, belleza y prestancia (jejejeje).
Orgullosamente “Gocha” (de San Cristóbal, Edo. Táchira – Venezuela) , aunque viví 13 años en la selva de concreto llamada Caracas. Ecléctica y alocada ciudad que me conquistó desde que era una pequeña, cuando sólo iba de vacaciones a visitar a mis abuelos. Y recientemente mudada, en espera de nuevas aventuras, a una más ciudad más poblada: México.
Como Comunicadora Social, me he especializado en el área organizacional, teniendo la oportunidad de trabajar en grandes corporaciones como en destacadas organizaciones de desarrollo social, así como en espacios culturales y otras instituciones tanto públicas como privadas.
Hace algunos años abrí esta bitácora con la intención de promocionar actividades de organizaciones con las que estaba trabajando, pero la verdad, sólo publiqué pocas cosas…. Hasta que, recopilando entrevistas y otros trabajos que me encantaron, decidí reactivar este espacio y publicarlas aquí; así como empezar a plasmar historias, de anécdotas o experiencias, que de alguna manera van marcando mi día a día: que pueden pasar desde reflexiones sobre mi comunidad de vecinos, como peculiaridades que se me presentan caminando por las calles y rincones de los lugares por donde ando.
Un espacio para mi “yo”, que necesita un poquito de descanso de las “empresas y organizaciones”, que están en mi trabajo cotidiano, y quiere escudriñar, indagar y gozar esa vida fuera de los organigramas.