Recorrer las colonias históricas de la ciudad de México, mientras te cuentan cómo se formaron, anécdotas de sus calles o edificaciones, incluso llegar a escuchar un poco de sus leyendas, es lo que se vivió el pasado 26 de septiembre en el recorrido peatonal “Conozcamos la Condesa”, una iniciativa de Somos CDMX y Tlatelolco TV.
A pesar de la lluvia vespertina de ese día – que prácticamente estuvo presente durante todo el camino – se logró una nutrida convocatoria. El punto de encuentro en esta oportunidad fue la Iglesia de la Sagrada Familia, esquina de las calles Puebla y Orizaba en La Roma Norte. “Hubo tantas curiosidades con esta colonia que la hacen histórica”, se le escucha decir a Mishell Altamirano, arquitecto, quien funge como guía antes de iniciar la ruta.
Un viaje en el tiempo
Hace muchos años, mucho antes de la urbanización de lo que hoy día es La Roma sus terrenos se le conocían como “La Romita”, debido a que el paisaje del camino de Chapultepec recordaba a unos campos de Roma –Italia -.
Aún quedan reminiscencias de aquel pueblo “La Romita” justo en la plaza homónima donde se encuentra una capilla, que anteriormente se llamaba Santa María de la Natividad de Aztacalco. “En esa plaza se sacrificaban a personas por diversos delitos – cuenta Altamirano –, pero antes se les permitía pasar a la iglesia para poder encomendar su alma a Dios y poder irse en paz. Y todo esto, anexo a ese pueblo, eran los potreros de La Romita”.
Y continuó reseñando el arquitecto: “El último propietario – de los potreros de La Romita – fue Pedro Lascuraín, un empresario que tuvo muchos nexos con el gobierno y la política. Era muy amigo de Porfirio Díaz. Luscaraín le vende los terrenos a Walter Orrin, un empresario de circo venido de Estados Unidos y que tuvo mucho éxito en México, ya que en su circo se presentaba el espectáculo del afamado payaso Richard Bell”.
Orrin, a su vez, era a accionista principal de la Compañía de Terrenos de La Calzada de Chapultepec, S.A, con la que se realiza el fraccionamiento de los potreros. Pero el espectáculo circense continúo presente en las calles de esta zona de una manera muy peculiar, ya que el empresario decide bautizarlas con los nombres de las ciudades donde él como Richard Bell fueron bien recibidos. “Una retribución de lo que el país hizo por él”, señaló Altamirano.
Tanto La Roma como toda La Condesa son Colonias que se urbanizaron a principios del siglo XX. “Esta colonia fue la primera que contó con todas las reglamentaciones que exigían las nuevas urbanizaciones de la ciudad: drenajes, calles pavimentadas, que el agua potable estuviera entubada dentro de las casas con lo que se eliminarían las fuentes, los pozos, todo eso; lo que la hacía muy atractiva para la aristocracia”; la cual tuvo mucho auge en La Roma. “Cada vez que Don Porfirio invitaba a sus grandes fiestas a Walter Orrin, él por supuesto que iba a comer pero también iba a vender terrenos. Así que le vendió a grandes familias que vivieron en el país durante el Porfiriato”.
Al finalizar el período de Porfirio Díaz mucha gente sale del país – “particularmente los que vivían en la colonia Guerrero”, resalta Mishell – pero curiosamente muchos se quedaron viviendo en La Roma.
“Richard Bell era gran amigo de Don Porfirio, y en una comida un reportero le preguntó a Don Porfirio: A ver don Porfirio ¿Por qué no permite que la gente elija a sus gobernantes? Y él le responde: es que si dejo que elijan a sus gobernantes gana Richard Bell. Ahí vemos la popularidad del payaso”.
Inicia la ruta
Por fin, al concretar un mayor quórum, y luego de más de media hora desde la pautada para el encuentro, iniciamos el recorrido con la explicación de la iglesia La Sagrada Familia.
“Pedro Lascuraín – al vender – decide quedarse con una parte del terreno, enmarcado entre Orizaba, Puebla, la Plaza Río de Janeiro, y la calle Jalapa. En una esquina construye su casa, una casa hermosísima que fue demolida en los años cincuenta cuando vino un boom inmobiliario”, va narrando Altamirano. Y como en 1903, cuando se construye la Colonia no tenía una iglesia ni nada para rendir Culto, Lascuraín dona parte de esos terrenos y se “pone la primera piedra en 1910. La obra es del arquitecto Manuel Gorozpe, un gran exponente del estilo neorromántico. Y se termina de construir en 1925”.
La iglesia es muy iluminada gracias a sus espléndidos vitrales y, además, su interior está decorado con frescos que representan precisamente a la Sagrada Familia, realizados por el pintor mexicano – y padre jesuita – Gonzalo Carrasco.
Luego de un recorrido rápido por el interior del templo – ya que no podíamos quedarnos mucho rato porque iba a iniciar un matrimonio – salimos y tomamos la calle Orizaba, pasando frente a la Dulcería Celaya – a través de su ventanal se puede apreciar una inmensa variedad de exquisiteces -. Según nos indican es la única sucursal porque la tienda principal se encuentra en el centro.
Caminamos una cuadra y llegamos a la Plaza Río de Janeiro. En su centro se puede apreciar una copia del David de Miguel Ángel. “Se inaugura en 1903 y llevó por nombre Plaza Roma hasta que en el año 1922, como propuesta de José Vasconcelos – para ese momento Secretario de Educación Pública – se cambia el nombre a Plaza Río de Janeiro. Mucha gente lo criticó, pero se dice que fue un reconocimiento a Brasil porque ese año se festejaba el centenario de su independencia”, va indicando nuestro guía.
A un costado de la plaza vemos una de las primeras casas emblemáticas de la zona, el edificio Río de Janeiro pero llamado por todos como la Casa de Las Brujas. “Fue construida en 1908 por el arquitecto RA Pigeon bajo el estilo ecléctico, aunque más pegadito al Art Nouveau. Todo está hecho de ladrillo (…). El Art Déco lo impone Francisco Serrano en la renovación que se hiciera en 1925 el cual se aprecia solamente en la planta baja – se conserva el edificio como era en las plantas superiores -; vamos a ver influencia inglesa en el desván, la guardilla, en el tejado y las ventanitas que tienen en el tejado. Y arriba del edificio vamos a ver ese chapitel con influencia alemana”.
Más allá de las leyendas sobre una bruja que vivía ahí, es que al ver su fachada justo en la esquina entre la calle Durango y la plaza, se observa en la parte superior del edificio como un rostro formado por el techo que asemeja el sombrero de bruja y la ilusión de los ojos lo dan las ventanas falsas con en forma circular.
Retomamos la caminata y tomamos la calle Colima, donde podíamos apreciar diversidad de edificaciones muchas con ese estilo ecléctico que caracterizó los inicios de esta colonia, que contrastan con los nuevos locales adaptados como tiendas de artículos de moda, espacios gourmets, o centros culturales. Pasamos frente al Centro Gallego, un edificio con imponentes escaleras en su entrada, y justo al lado se encontraba la galería de arte La Plástica Mexicana, donde nos convidaron a entrar para ver las exposiciones de la temporada. Y entre la calle Colima y Tonalá se encuentra el Museo Universitario de Ciencia y Arte.
Desde el cruce de la calle Colima con Insurgentes se puede divisar el parque Juan Rulfo. Nos indica Mishell que ahí, anteriormente estuvo la casa de Adamo Boari, arquitecto italiano responsable en la Ciudad de México del Palacio de Bellas Artes y Palacio de Correos, así como otras edificaciones emblemáticas en el país. Con la presión de los promotores de la colonia Roma “Boari acepta comprar el terreno en la frontera entre la Roma y la Condesa”, cuenta el guía. Las características de su casa para ese momento la calificaban de modernistas (hoy día dirían Nouveau). Cuando el arquitecto regresa a Roma alrededor de 1916 renta su casa y varios años más tarde se adaptan los espacios del jardín norte como una estación de combustible. “En 1942 – su hija – vende la casa, la tiran y en el terreno hacen un edificio residencial que cae en el sismo de 1985”.
Ingresando a la Hacienda La Condesa
Seguimos por la calle El Oro hasta llegar a la Plaza Villa de Madrid donde se ubica la réplica exacta de la Fuente de Cibeles. “Fue donada por la comunidad española-mexicana en 1981 e inaugurada por el presidente López Portillo”, dice Altamirano; y recuerda que antes en ese lugar se ubicaba la Plaza de Miravalle.
En el siglo XVIII “esta era la entrada de la hacienda de Catalina Miravalle – la tercera Condesa de Miravalle, descendiente Moctezuma Xocoyotzin -. Primero se llamó Plaza de la Hacienda y luego de la muerte de la Condesa se convierte en Plaza Miravalle” en recuerdo de esa familia que poseyó los terrenos por más de 100 años, continúa Altamirano. “Aquí se ubicaba también el pozo Pimentel, que surtía de agua potable a los Potreros de La Romita”.
Los terrenos de la hacienda de los Miravalle corresponden actualmente a toda la zona urbana que se conoce como La Condesa, que la conforman tres colonias: La Condesa, Hipódromo, e Hipódromo Condesa; y parte de La Roma.
Después de una breve pausa para fotos grupales – aprovechando un rato que la lluvia nos dio un receso – volvimos a ponernos en marcha para seguir por la calle Oaxaca hasta llegar el Palacio del Hierro Durango.
“En 1906, cuando se fraccionó la Hacienda, aquí se ubicó el Toreo de La Condesa”, inicia Mishell. “Tuvo mucho auge hasta 1930” . Luego volvió a remontar su popularidad hasta que fue desmontado en 1946. En este recinto, además de reconocidos toreros que pisaron su arena, nos cuenta el guía que también tuvieron unas cuantas historias en cuanto a la administración del lugar. “Anactsis “Cacho” Peralta colocó unas acciones en este Torino. Tenía una empresa de eventos de toreo y Maximino Camacho terminó con eso”, más adelante Peralta hace la Plaza de Toros y el Estadio Azul en lo que es la Ciudad de Los Deportes. La estructura del Toreo de La Condesa “se desmonta y lo colocan en Cuatro Caminos”.
Seguimos el recorrido nuevamente por la calle Oaxaca hasta bordear el Parque España y llegar hasta la calle Guadalajara donde hicimos una pausa para ver una casa de principios del siglo XX que hoy en día es la sede del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. “Esta casa es construida en 1922 por Fernando Torre Blanca. Esta era su residencia y perteneció a su familia hasta que en 1986, su esposa, Hortensia Elías Calles de Torreblanca donó la propiedad al Estado”, destaca Mishell.
Fernando Torreblanca fue secretario particular de la Presidencia de la República durante los gobiernos de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil.
Frente a la casona, entre las calles Guadalajara y Veracruz, se ubica el Hotel Condesa DF. El edificio de este hotel boutique, de estilo neoclásico, data de 1925 aproximadamente. Aunque fue remodelado en su interior, aún se mantienen rasgos característicos de las construcciones de la época en esta zona.
El Art Déco mexicano
Cruzamos la calle y llegamos a lo que es el Parque España. “Fue inaugurado el 21 de septiembre de 1921, en el marco del centenario de la independencia de México”, prosigue Mishell. “Este parque era previamente la entrada del hipódromo de La Condesa”.
Aquí conseguimos un monumento al General Lázaro Cárdenas, otorgado en 1974 por la comunidad de españoles exiliados. Recuerda la forma de una mano, y se dice que es la “mano que lanzó Lázaro Cárdenas a los refugiados de España”.
El desarrollo urbano estuvo a cargo del arquitecto José Luis Cuevas. “Se le dice también ciudad jardín porque de todas las hectáreas que conformaban el hipódromo 80 debían ser áreas verdes “. El urbanismo está pensado bajo el esquema de la arquitectura orgánica, la cual busca una armonía entre las intervenciones humanas y lo natural, que los diseños de los mobiliarios se integren y correlacionen con la naturaleza.
Seguimos caminando y llegamos a la calle Ámsterdam, que se llamaba anteriormente avenida el Hipódromo, y asemeja a la forma de la antigua pista de carreras. Una calle que posee un especie de boulevard arbolado en todo su centro – camellón – completamente peatonal con faroles y bancas de concreto. Mientras avanzábamos podíamos ver gente trotando, o paseando a sus perros por esta vía.
Aquí además se desarrolló el estilo Art Nouveau o el Art Déco mexicano. “Es el primer lugar en México donde se reinventó un arte (…). El Art Déco se alineaba muy bien con la revolución, era volver a la esencia mexicana”, indica el arquitecto. El uso de nuevos materiales como el concreto o vitrocemento combinaban con estilos o materiales locales. “Aquí es la única zona donde los edificios tienen nombres”.
Una de las tantas anécdotas de esta zona es que “Agustín Lara, el compositor mexicano, vivía en la calle Ámsterdam, e inspirado en el boulevard compuso la canción que se llama el Farolito”.
Continuamos hasta llegar a la glorieta Popocatépetl, la cual data de 1927. “El arquitecto de esta fuente fue José Gómez Echeverría”. En una de las esquinas que daban frente a la glorieta se encontraba la primera casa de esta colonia la cual “aparece en una película llamada Santa – 1932 – que fue la primera película mexicana hablada”, comenta Mishell. Sobre esta calle se consiguen dos glorietas más: Citlaltépetl e Iztaccíhuatl.
Varios ejemplos arquitectónicos del estilo Art Déco lo pudimos observar ya casi finalizando el recorrido, al adentrarnos por la avenida México para conseguirnos con el edificio Basurto, “construido en 1942 sobre lo que fue el jardín de la casa de Raúl Basurto, por el arquitecto Francisco Serrano. Con 12 pisos fue uno de los edificios más altos de México. Tiene además dos elevadores, uno de los primeros con ese sistema”, reseña nuestro guía. Su estilo combina tanto elementos curvos como rectos.
La casa de Basurto estuvo en pie hasta 1970, cuando la tumbaron para hacer un edificio comercial para ese momento. Tras los daños sufridos en el terremoto de 1985 la estructura del edificio Basurto tuvo que ser remodelada.
Raúl Basurto y José de La Lama fueron los fraccionadotes de La Condesa. Uno banquero y el otro urbanista, no sólo fueron los responsables de los desarrollos urbanos de las colonias Hipódromo y Condesa, también estuvieron vinculados con Lomas de Chapultepec y Polanco.
Fue tal la fama que obtuvo Raúl Basurto que se le empezó a decir: “El Rey Midas de los negocios inmobiliarios”
Luego vimos dos edificios emblemáticos de los inicios de esta colonia: el edificio Tehuacán (1931)– desde hace 3 años convertido en el Hotel Hippodrome –: el edificio Huerta – hermano del Tehuacán – y el edificio San Martín (1933); ambos proyectados por el arquitecto Ernesto Buenrostro, con una clara influencia Art Déco: fachadas simétricas con puertas remetidas y molduras en relieves en forma de arcos, uso de hierro y madera, pisos de mármol o granito, entre otros elementos.
El Edificio San Martín fue abandonado luego del terremoto de 1985 y recuperado en 1998. En su restauración se hicieron unos cambios en la distribución de la parte interna de los apartamentos: “inicialmente las recámaras tenían el privilegio de la vista al parte México, ahora no. La vista la posee la sala y el comedor y las habitaciones están atrás”.
Culminamos esta historia en el Parque México, conocido previamente como Parque General de San Martín, uno de los espacios verdes más grandes de la ciudad. Se destacan en este espacio las fuentes de agua, estanques, y los postes – que aunque son de concreto armado – simulan troncos de árboles. No podía faltar la presencia del Art Déco, especialmente en el Foro Lindbergh – un teatro a cielo abierto –, y en su torre del reloj.
Recorridos
El recorrido Conozcamos La Condesa forma parte de una iniciativa de Tlatelolco TV y Somos CDMX. Mishell Altamirano – quien se presenta como arquitecto por vocación, pero historiador por pasión y promotor de Patrimonio – explica que los recorridos comenzaron en Tlatelolco, con el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, cada último domingo de mes. Pero la misma gente los aupó para que extendieran esta experiencia a otros lugares de la ciudad. Ahora aspiran replicar estos recorridos hasta cubrir la Delegación Coauhtémoc.
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